Mario San Emeterio, apicultor
Lo que comenzó para Mario San Emeterio como una simple afición cuando recogió su primer enjambre silvestre, se ha convertido en su proyecto de emprendimiento. Desde 2012 comenzó a aficionarse por el mundo de la apicultura, pero fue a raíz de realizar un curso de Incorporación Agraria, cuando decidió que quería probar suerte en esta disciplina.
“Uno de los profesores, Manuel Barquín, nos impartía apicultura y fruticultura, y fue ahí cuando me pico el interés. Así empecé a aprender con él y a ver cómo manejaba su explotación de forma profesional”.
En el momento en el que acabó el curso, comenzó a poner enjambres. Comenzó con 4, hasta los más de 40 registrados que tiene actualmente. Aunque esto no es nada, ya que este año espera estar en torno a los 300 y subir en un par de años a 400.
Actualmente cuenta con asentamientos en la costa y en la montaña. Concretamente en Ribamontán al Monte, en Meruelo y en Valdeprado del Río y la zona de las costa con bosque y eucalipto oeánico, además de los Valles Pasiegos.
La suya es una explotación trashumante, como la mayoría de las medianas y grandes producciones en nuestra región. Durante los meses de frío los asentamientos están en las zonas de costa, y verano y parte del otoño se suben a zonas de montaña donde les permite continuar con la cría y a la vez producir la miel de brezo, tan valorada en la región.
Los enjambres que no se mueven suelen ser de pequeños productores particulares, que tiene un volumen pequeño y pueden proteger más fácilmente a sus abejas de amenazas como por ejemplo la avispa asiática. Algo muy difícil de salvaguardar con un volumen de explotación mayor.
Aunque estos años ha producido miel en pequeñas cantidades para amigos, la explotación de nuestro emprendedor no está centrada en la miel, sino en la cría de ganado. Es decir, la cría de abejas domésticas que vende después para la producción de miel y sobre todo para el control de la agricultura, para polinizar cultivos”.
Es un mercado que está en crecimiento ya que las abejas son necesarias para el desarrollo de la agricultura. A los agricultores valorando el cómputo global anual, les sale más rentable usar insecticidas para controlar las plagas, aunque tengan que comprar cada año abejas para la polinización. El principal mercado está en zonas de cultivo de España, Francia y Portugal.
Para Mario, el problema existente con la avispa asiática no es un problema solo de los apicultores y de los productores, es una realidad que afecta directa o indirectamente a todo el mundo. “Se comen mariposas, abejorros, se comen los polinizadores. La gente lo ve con distancia, pero les afecta. Afecta a la producción de los frutales o de pequeños huertos que la gente puede tener en sus casas”.
“Es una plaga con la que va a ser muy difícil terminar porque es imposible llegar hasta el último nido escondido en un eucaliptal perdido. La gente acaba con los nidos que ve, con los que están en las calles, en las casas, pero hay muchos a los que no se llega”.
Para este joven apicultor una buena solución sería que la gente se implicase con el trampeo, que pusiera trampas caseras en botellas. Y así, “no se llegaría a acabar con ellas, pero si a controlarlas”.