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Peregrinación a Miera

mieraApenas ha amanecido en Lloreda, se oyen cohetes, ladran los perros el sol está saliendo y se intuye actividad por el pueblo, desayunamos y cogemos nuestra mochila, petate o bolsa que hemos preparado el día anterior, aun no son las ocho de la mañana y ya hemos visto pasar un grupo de personas camino de Parayas, nos dirigimos al barrio de Valle donde están esperando unas docenas de personas, hombres, mujeres y niños.

Alguien tira unos cohetes, se inicia la jornada, por Julinares pasamos a través del puente sobre el Suscuaja y después por un prado al que le han segado un camino para que podamos pasar más ágilmente, sorteamos el río por segunda vez a través de un pequeño puente y cogemos una antigua carretera que nos lleva hasta el sitio de Parayas, dejamos Lloreda atrás y entramos en Esles.

A través de varios prados con una cuesta muy pronunciada, quizás es la parte más costosa, llegamos al inicio de El Hayal que atravesamos en toda su extensión, después cogemos la pista del Monte Somo que seguimos durante unos cuatro kilómetros para después coronar la cima, divisamos un grupo de personas que nos preceden, es el grupo que salió el primero y lo conforman habitualmente las personas de mas edad o que tienen alguna dificultad para caminar y otros por detrás, llegamos al sitio conocido como Hidillo donde existe un mojón que delimita los Municipios de Cayón, Liérganes, Miera y Saro.

Iniciamos la bajada y enseguida llegamos a la cabaña donde habitualmente descansamos y recuperamos energías con el desayuno, es el punto de encuentro donde nos reunimos la mayor parte de los peregrinos.
Retomamos nuestro viaje a través de caminos estrechos y con maleza en su recorrido que demuestra que apenas se utilizan, son veredas para el paso de personas y/o animales, los moradores de las cabañas salen a saludarnos «ya están los de LLoreda otro año por aquí». Pasamos por Siete Puertas, una casa cabaña con tantas puertas como las de su nombre, estamos por el camino real y enseguida aparece la torre de la Iglesia de Miera al fondo, es nuestro destino.
Un poco antes de llegar al pueblo se reúne el grueso de la comitiva, los más jóvenes han llegado los primeros, para hacer su entrada en el pueblo donde recibimos el saludo de los vecinos que salen a nuestro paso y llegamos a la plaza, por las escaleras bajamos a la Iglesia que es nuestro destino, son cerca de las doce del mediodía. Enseguida aparece el Párroco de Miera Don Ricardo que como siempre nos demuestra su alegría y cariño para con los de «Lloreda», nos da la bienvenida.

A las doce y media comienza la Misa con la Iglesia repleta de gente, la Virgen es bajada del altar y subida en el carro, se inicia la procesión alrededor de la Iglesia entre el tañer de las campanas (antes las volteaban los jóvenes de Lloreda, hoy están mecanizadas), cánticos y cohetes, después se continua la Misa seguida con fervor por los asistentes.
Finalizada la Misa y la foto de rigor en las escaleras de acceso a la Iglesia, buscamos sitio donde comer, sacamos bancos de la Iglesia y nos acomodamos como podemos, en el caso de que el tiempo no lo permita nos meteremos en la Iglesia, nadie se quedará sin comer, ni aunque no traiga nada, las viandas se ofrecen a todos los presentes.
Entre un clima de alegría, juegos de cartas, a veces bailes y cánticos se finaliza la jornada no sin antes rezar el Santo Rosario como despedida de esta jornada en la que el pueblo de Lloreda ha tomado posesión de la Iglesia y Virgen de Miera, con el beneplácito del de Miera y de su Virgen, iniciando el camino de vuelta, algunos lo hacen a pie como se hacía antiguamente y el resto en otros medios.
Este es el relato de un año cualquiera redactado por un vecino de Lloreda de un hecho que se viene repitiendo durante siglos, nuestros abuelos conocieron por los suyos de esta tradición que en algún año reciente se han llegado a contabilizar 250 peregrinos a pie de todas las edades.
¿Porque esta costumbre tan arraigada en los vecinos de Lloreda para que año tras año y a durante varios siglos se siga realizando? Los vecinos más mayores recuerdan como sus antepasados conocieron y continuaron esta tradición que ha pasado de generación en generación durante cientos de años, es raro que un vecino de Lloreda no haya realizado esta peregrinación alguna vez en su vida, los niños a los diez años habitualmente la hacen, algunos mas jóvenes y personas con más de 70 años, todos realizan este trayecto que hoy en la mayor parte de su recorrido se hace a través de carreteras y caminos y que en la primera parte de su recorrido y hasta coronar la cumbre del Somo hay que salvar una pendiente pronunciada.

Varias son las versiones que se cuentan como principio de la tradición romera y peregrina
Se cuenta que en los años 1596 a 1601 la peste se introdujo de Cantabria a través de los puertos de Santander y Castro Urdiales y de allí se extendió hacia el interior alcanzando Municipios de Piélagos, Villaescusa, Penagos, Cayón y otros. En Cayón de 231 habitantes murieron más de 50. Para que esta epidemia remitiera los vecinos de estos Municipios prometieron a la Virgen que si desaparecía la epidemia, peregrinarían hasta la Virgen de Miera con ofrendas todos los años. La peste remitió y los vecinos cumplieron su palabra por lo que cada pueblo determinaba un día para hacerlo.
Otra versión indica que la parroquia de Miera data del año 1572, siendo el fundamento un antiguo Monasterio de benedictinos, llamado Santa María, al cual estaban sujetos otros como el de San Lorenzo de Pámanes, San Cipriano de Esles, Santa María de Cayón, San Román de Mirones y otros. Así se explica como habiendo pasado Santa María de Miera a depender de la Abadía de Santander, fueran esas Iglesias de Patronato de Cabildo que percibían parte de los diezmos. Vecinos de cada pueblo acompañaban al encargado del transporte de los dineros para que no sufriese contratiempos.

¿Cual es la verdadera?, no podemos asegurar si es por una promesa o por el pago de los diezmos o por otra circunstancia como la que cuenta como una niña de Lloreda se perdió y cuando no quedaban esperanzas de su encuentro apareció junta a la Iglesia de Santa María de Miera.
La realidad es que el pueblo de Lloreda año tras año el día señalado iniciamos nuestra particular promesa hasta los pies de la Virgen de Miera, donde somos recibidos con alegría por todos los vecinos y acogidos con especial cariño por nuestro amigo el sacerdote actual Don Ricardo y durante los últimos 60 años, que comparte con todos nosotros esta jornada.
Mención especial a un vecino de Lloreda verdadero valedor y artífice tanto de esta como de otras traiciones, nos referimos a «Pancho» por su obstinada dedicación para que estas costumbres y esta especialmente no se pierda en el olvido
Ojala que los vecinos de Lloreda sepamos inculcar a nuestros descendientes a mantener esta tradición secular que nuestros antepasados nos inculcaron a nosotros.