El GR 74 "Corredor Oriental de Cantabria", recorre buena parte del sector oriental de la cordillera cantábrica, atravesando los macizos de Hornijo y Alto Asón, los Valles Pasiegos y el entorno del embalse del Ebro, antes de alcanzar la capital de Campoo.
El trazado se lleva a cabo aprovechando antiguas veredas que ha mantenido a lo largo de los años el uso ganadero, senderos peoniles que articulaban la ordenación del espacio en las laderas de estas montañas o áreas abiertas de braña en los interfluvios.
El territorio a recorrer pasa por ser uno de los más humanizados de la cantábrica y ello ha derivado en la génesis de un espacio cultural de enorme atractivo que viene a sumarse al encanto natural de estas montañas.
Antes de alcanzar San Roque de Riomiera, las dos primeras etapas han permitido al visitante descubrir los macizos calcáreos de la montaña oriental, entre Hornijo y Alto Asón. Si hasta aquí han destacado los valores de la dinámica geomorfológica de carácter kárstico y glaciar, o las peculiares formaciones forestales de claras afinidades mediterráneas en algunos tramos, en esta tercera etapa, que conduce a la localidad de Selaya, lo más destacado es el paisaje pasiego y el patrimonio construido ligado a casi cinco siglos de actividad humana en estas montanas. Prados cerrados por muros de piedra, cabañales, rodales de roble o haya y la acción modeladora de los ríos y del hielo cuaternario en las cabeceras de Lunada, son algunos de los aspectos que no pasarán desapercibidos al caminante.
Las siguientes tres etapas atraviesan el área meridional de los Valles Pasiegos y sucesivamente los interfluvios que ordenan su territorio entre los ríos Miera, Pisueña, Pas, Viaña, Barcelada y Troja. Este espacio representa como ningún otro en la cordillera una simbiosis entre el hombre y el territorio que ocupa. El excepcional modelo de aprovechamiento y ocupación del espacio, el curioso mosaico paisajístico dibujado en las laderas por muchas generaciones de pasiegos, el bosque constreñido a los intersticios entre las fincas o las zonas de mayor pendiente, la ordenación del espacio a base de puentes y senderos y el enorme bagaje arquitectónico que representan cabañas, bodegos y cuvíos son atractivos suficientes para atreverse con el recorrido. Para finalizar aún restarán dos etapas en el área de cabecera del río Besaya y en el entorno del embalse del Ebro; al Norte de aquella divisoria disfrutará el caminante de algunas de las más amplias panorámicas de la región en todo su sector central; al sur las formas romas del valle del Ebro indican ya de forma nítida la transición a los paisajes castellanos.